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Cuba, la isla que no se aísla

Fotografía: Reuters
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Por: Patricia Zapata, Coordinadora de proyectos para Cuba y Guatemala

Este domingo, 22 de marzo, una brigada médica cubana de 52 profesionales arribó, en medio de aplausos, al aeropuerto de Milán para apoyar al colapsado sistema de salud italiano en su batalla contra el Coronavirus-19. Con esta acción, el pueblo y el gobierno de Cuba dan una lección al mundo gracias a una conciencia solidaria que sólo un régimen socialista pudo construir. Este tipo de acciones, surgidas desde la izquierda internacionalista y no desde el capitalismo neoliberal, son las que pueden enfrentar de mejor manera esta pandemia.

Desde esta isla “tercemundista” parten contingentes médicos rumbo a ayudar al mundo entero; desde esta isla que lucha por sobrevivir, en medio de múltiples limitaciones y asediada por un bloqueo imperial, nacen actos humanos y solidarios. Esta isla hoy, además, intenta realizar una reforma económica que, sin renegar del socialismo, la coloque en condiciones de enfrentar exitosamente la nueva situación mundial.

Así, Cuba le muestra a la vieja Europa y a diversos gobiernos cuáles deben ser las prioridades, dejando claro cuáles fueron los resultados de la enorme inversión en salud realizada durante la época revolucionaria. Para entender a cabalidad este punto, en Cuba los servicios de salud atienden al 99.2% de la población, hay un médico por cada 170 habitantes y una enfermera por cada 126. Condiciones que hoy los colocan en una situación privilegiada para atender y dar seguimiento cercano a esta pandemia. Además, la Isla cuenta con el antiviral Interferón Alfa 2B, una recomendación que dieron a China para ayudar en el tratamiento por Coronavirus y que sirvió con éxito.

Cuba no construyó su sistema de salud solamente para sí: en 1999, Fidel Castro inauguró la Escuela Latinoamericana de Medicina, que hasta julio de 2019 había graduado a 29,600 médicos de más de 100 países, quienes, al volver a sus lugares de origen, prestan servicios y atención médica a población que estaría excluida de esta posibilidad.

No es la primera vez que el sector salud de Cuba ha brindado apoyo, desde hace varios años desarrolla programas de cooperación de largo aliento. El año 2005 marcó la creación de dos programas:

  • Operación Milagro, iniciativa sanitaria para la atención de patologías oculares, impulsada por Cuba y la Venezuela de Hugo Chávez, como parte de los programas de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), que ha atendido gratuitamente a más de 4 millones de personas sin recursos, en 34 países.
  • Brigada Henry Reeve (formalmente llamada Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias), que en 2017 fue premiada por la Organización Mundial de la Salud luego de atender a más de 3 millones y medio de personas en 21 países.

Finalmente, no hay que olvidar la atención que brindaron a 25 mil niños afectados por la catástrofe de Chernóbil, a partir de 1990, en la clínica pediátrica de la playa de Tarará.

No sólo estos hechos revelan al mundo los valores solidarios del pueblo y del gobierno cubano. Sin ir más lejos, en el marco de esta misma crisis, Cuba abrió sus puertos para recibir a más de 1,600 pasajeros del crucero británico MS Braemar, varado en el Caribe sin que otro país le permitiera atracar en sus costas. Permitió que los pasajeros desembarcaran en su territorio y montó un cerco sanitario controlado para que pudieran volver a sus destinos en las mejores condiciones.

Todas estas acciones las emprende una pequeña isla que cotidianamente enfrenta los embates del bloqueo estadunidense. Una isla que no puede recibir combustible, gas, materia prima para elaboración de suministros médicos, alimentos o productos de higiene, porque los buques que trasladan las mercancías no pueden llegar a sus puertos por miedo a las multas exorbitantes que les impondría el gobierno de Estados Unidos.

Quizás esta crisis y la respuesta a ella desde los distintos países del mundo logren poner en relieve que alternativas para la sobrevivencia no serán generadas desde el sistema capitalista neoliberal que durante décadas ha desmantelado los derechos básicos y las condiciones materiales. El propio presidente francés, Emmanuel Macron, debió reconocer que esta pandemia ha reivindicado la necesidad de mantener el estado de bienestar europeo que aún sigue en pie en algunos países, ya que servicios como el de salud tienen que estar fuera de las leyes del mercado.

Esta isla política, mediáticamente aislada y económicamente asfixiada por Estado Unidos y los países que se someten a su línea política, nuevamente ha sido consecuente con el internacionalismo socialista. La hermandad de los pueblos y de las personas debe prevalecer sobre los egoísmos individualistas y nacionalistas.
 

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